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¿Cómo puedo prevenir la gingivitis?

La mejor forma de prevenir la gingivitis es realizando una adecuada higiene oral. Y cuando hablamos de una higiene oral correcta, nos referimos a realizar un cepillado diario durante dos minutos, dos veces al día, sobretodo antes de irnos a dormir. Además, es necesaria la utilización de la seda dental o de cepillos interproximales para mantener limpia la zona interdental.

Además, existen métodos auxiliares de higiene, como el irrigador bucal, que nunca va a substituir el cepillado, pero que sí que puede ser de gran ayuda en ciertos pacientes.

También podemos complementar nuestra higiene con el uso de colutorios o enjuagues, que nunca van a substituir al cepillado, pero que suelen resultar agradables para muchos pacientes por la sensación de frescor que dejan en la cavidad oral. En cuanto a los colutorios, es importante remarcar que estos siempre deben ser sin alcohol, ya que erróneamente se tiende a pensar que el picor del alcohol puede ser beneficioso para la higiene oral. Y, al contrario, aunque sí que es cierto que en un primer momento puede darnos sensación de frescor, el alcohol lo único que va a conseguir es resecar las mucosas, favoreciendo así la aparición de enfermedades bucales como la gingivitis, la periodontitis o la caries.

Finalmente, hay que decir que la mejor forma de prevenir la gingivitis es, a parte de seguir una buena pauta de higiene oral, acudir a nuestro dentista de confianza cada 6 meses para que sea él o ella quien realice un buen diagnóstico y nos informe del método de higiene más eficaz, adaptado a nuestras necesidades individuales, así como de la necesidad de tratamiento en caso de ser necesario.

¿Cuál es el tratamiento de la gingivitis?

Una vez se ha diagnosticado al paciente con gingivitis, lo primero que hay que procurar es reducir el nivel de placa bacteriana en la boca. Para ello, el profesional realizará una limpieza bucodental profesional mediante el uso de ultrasonidos y, posteriormente, utilizará una pasta de profilaxis para aumentar los niveles de flúor, alisar la superficie dental para dificultar la adhesión de nueva placa bacteriana y eliminar manchas superficiales.

Una vez que se ha realizado este procedimiento, es crucial que el dentista explique al paciente el mejor método de higiene oral, adaptado a sus necesidades especiales. Y es que el éxito del tratamiento y su mantenimiento en el tiempo va a depender, principalmente, de la realización de una correcta técnica de cepillado y de la utilización de los métodos auxiliares necesarios, según las necesidades especiales de cada paciente.

¿Qué complicaciones pueden aparecer si no tratamos la gingivitis?

La gingivitis es el primer estadio de lo que conocemos como enfermedad periodontal. Cuando se acumula placa bacteriana, la primera consecuencia es la inflamación gingival, la cual es fácil de prevenir y de tratar. No obstante, si la gingivitis persiste en el tiempo, las bacterias se vuelven cada vez más patógenas, provocando lo que se conoce como periodontitis, denominada comúnmente como piorrea.

La periodontitis es una enfermedad crónica que cursa con la pérdida del hueso de alrededor del diente o dientes afectados. Conjuntamente con la pérdida de hueso, es muy común la pérdida de encía, lo que va a dar a los dientes una apariencia alargada, siendo este muchas veces el motivo de consulta de los pacientes por resultar antiestético.

Estamos delante de una enfermedad muy prevalente ya que la padece, aproximadamente, un 50% de la población en Europa. Además, las consecuencias son fatales en caso de no tratarla ya que la progresiva pérdida de hueso va a provocar la aparición de movilidad dental e, incluso, en casos muy avanzados, pérdida de los dientes afectados.

Otra posible complicación es la aparición de lo que conocemos como gingivitis ulcerativa necrotizante. Estamos delante de una infección muy dolorosa de las encías, que suele iniciarse de forma repentina y que incluso puede acompañarse de fiebre o malestar general. Como su propio nombre indica provoca la aparición de úlceras y necrosis de las papilas dentales, que son la parte de la encía que se sitúa entre diente y diente. Aparece con mayor frecuencia en pacientes con muy mala higiene oral, fumadores, con déficits nutricionales o con inmunodeficiencias. Los síntomas principales son: dolor agudo, sangrado gingival, salivación excesiva, mal aliento, úlceras sobre las papilas dentales y, a veces, sobre la mucosa de las mejillas y/o en las amígdalas, lo que provocaría dolor al hablar o al tragar. En casos severos, podemos llegar a observar linfadenopatías regionales.

Estamos, por tanto, delante de una forma mucho más agresiva de gingivitis, que deberá ser tratada con urgencia mediante desbridamiento, enjuagues antisépticos, analgésicos y, en muchas ocasiones, antibióticos orales.