En los últimos años han ido ganando más popularidad gracias a los diseños portátiles. Los irrigadores dentales de uso doméstico son un interesante complemento de la higiene dental diaria y una ayuda extra en el tratamiento de algunas de las enfermedades bucales más comunes.
¿En qué consiste la irrigación bucal?
Estos dispositivos están diseñados para emitir un fino chorro de agua a presión, continuo o por impulsos, con el objetivo de limpiar la boca en profundidad.
Este método de limpieza exhaustiva se emplea desde hace décadas en las clínicas dentales y es parte habitual de los tratamientos de profilaxis dental rutinaria. Consiste en recorrer la línea de la encía y los espacios interdentales con un hilo de agua a la presión suficiente para desincrustar la suciedad sin dañar los dientes o los tejidos que los rodean.
Ventajas de usa un irrigador dental en casa
Los irrigadores bucales son una de las herramientas de limpieza más efectivas. Su uso regular junto a las técnicas de higiene tradicionales ofrece interesantes beneficios a la salud de tu sonrisa:
- Es apto para pacientes de cualquier edad. Utilizado del modo correcto, el irrigador dental no produce molestias, dolor o incomodidad.
- Permite la limpieza de las zonas de difícil acceso. Aunque el cepillo de dientes constituye el principal método de higiene, este no siempre es capaz de llegar a todos los rincones de la boca. El cabezal estrecho y alargado de los irrigadores proporciona acceso a esas zonas más complicadas en las que tienden a acumularse los restos de comida y, en consecuencia, las bacterias.
- Facilita la limpieza bucal en presencia de ortodoncias fijas, implantes o coronas.
- Es útil incluso en presencia de apiñamiento dental.
- Previene muchas enfermedades bucales que son consecuencia de una higiene deficiente como las caries, la gingivitis o la piorrea. Gracias a su gran potencial limpiador, el irrigador elimina con eficacia la placa bacteriana y mantiene en buenas condiciones la línea gingival. El intercambio de cabezales permite un trabajo de precisión que se adapta a las condiciones de la boca de cada usuario.
- Proporciona una sensación de frescor inmediato. Uno de los efectos más notables en la limpieza con irrigador bucal es el efecto de frescor al final del proceso. La posibilidad de combinar el agua del depósito con colutorios y otros productos para la higiene bucodental te permite disfrutar de un aliento refrescante durante mucho más tiempo.
Consejos para usar un irrigador dental en casa
¿Quieres incluir la irrigación de la boca en tus rutinas de higiene? Estos son los pasos que debes seguir:
- Cepilla los dientes como lo haces a diario. Recuerda que para que el cepillado sea efectivo debe durar al menos 2 minutos. Puedes dividir tu dentadura en cuatro cuadrantes y emplearte a fondo en cada uno de ellos durante 30 segundos.
- ¿Usas hilo dental? Este es el momento. En aquellos casos en los que el sangrado de las encías se produce por una cuestión de hipersensibilidad, es mejor prescindir de este paso y seguir las recomendaciones de tu dentista.
- Rellena el depósito del irrigador con agua. No es imprescindible, pero puedes añadir un tapón del colutorio que emplees habitualmente para mejorar los resultados de la limpieza.
- Utiliza la boquilla que te resulte más cómoda o adecuada para el tipo de limpieza que quieres realizar.
- Si tienes opción de regular la presión, empieza con una potencia baja y dirige la boquilla del irrigador hacia la línea entre el diente y la encía. Puedes hacerlo en la ducha si te resulta más cómodo: a mayor presión es más normal que el agua rebote y ensucie el lavabo o el espejo del baño.
- Una vez que se haya agotado el contenido del depósito, desmóntalo para lavarlo y secarlo. Haz lo mismo con la boquilla.
- Puedes utilizar tu irrigador bucal a diario sin ninguna contraindicación.