paladar

La tensión que debe ejercer el disyuntor y el nivel de expansión deseado forman parte del estudio previo de la boca del paciente. Toda la información recabada acerca del estado del paladar y la velocidad con la que se ensancha servirá para determinar la duración del tratamiento con disyuntor.

El tratamiento activo, es decir, aquel en el que el disyuntor está ejerciendo fuerza y hay que ir ampliando esa presión de forma progresiva, varía en función del método de expansión empleado.

Expansión rápida

Para este tratamiento se emplea un aparato fijo que no se retira ni siquiera para comer. En principio puede resultar más incómodo pero es más efectivo porque no hay que estar pendientes de los olvidos del paciente. El disyuntor es una pieza de resina de unos 2 mm de grosor, se apoya sobre molares y premolares por la parte externa y está provista de un tornillo central.

Cada día se hace una activación del tornillo, que ha de girar ¼ de vuelta. Es una expansión rápida porque en 15-20 días se obtiene la expansión de entre 4-5 mm que suele ser la más habitual. Este procedimiento provoca un mayor cambio óseo y evita que los dientes se inclinen. Suele emplearse de forma conjunta con una mentonera.

Expansión lenta

Se recurre a un aparato fabricado con dos piezas de resina que cubren todo el paladar. Van unidas por la parte central, donde se ubica un tornillo y se sujeta con unos alambres flexibles alrededor de los molares. A medida que avanza el tratamiento, se va girando ¼ de vuelta el tornillo para hacer que las piezas se separen y el paladar se abra.

Es un aparato removible y se quita para comer, por lo que requiere de la cooperación del paciente. Por otro lado, la abertura del paladar también va forzando la inclinación de los molares, por lo que resulta menos eficiente que la expansión rápida. El tratamiento es algo más lento porque la presión no es constante, y durará todo el tiempo que sea necesario hasta la consecución de los objetivos.

Expansión asistida con cirugía

No suele ser necesaria en pacientes pediátricos sino en adultos. Puesto que la sutura del paladar es más difícil de abrir a medida que envejecemos, a edades avanzadas es necesario recurrir a la cirugía para corregir el problema. Los resultados son inmediatos, pero conllevan un postoperatorio algo molesto.

Los tratamientos con disyuntores requieren de un período pasivo posterior. Durante los 3-6 meses siguientes, el aparato continúa funcionando pero ya no se activa el tornillo, sino que permanece bloqueado. Tras este período se coloca una barra de retención que se ajusta a los molares con bandas metálicas o anillos.

El tratamiento con la barra retenedora puede extenderse entre 2-3 años para asegurar el cierre correcto de la sutura palatina. En cualquier caso, ninguno de estos tratamientos (ni el disyuntor ni la barra retenedora) resulta doloroso para el paciente.

Problemas derivados de un paladar estrecho

El uso prolongado del chupete o la costumbre de chuparse el dedo son dos de las causas más frecuentes de un paladar ojival. Este tipo de paladar estrecho se caracteriza por tener un ancho más reducido de lo normal y una forma abovedada, es decir, hundida en la parte central.

A edades muy tempranas, cuando la boca todavía está en pleno proceso de desarrollo, estas primeras deformaciones del paladar evolucionan de manera mucho más rápida que en un adulto. Si no se moldea a tiempo la estructura ósea de la boca, haciendo hincapié en la forma del paladar, esta alteración puede provocar serios problemas en el futuro.

  • Dolores en la articulación temporomandibular
  • Aceleración del desgaste de los dientes
  • Apiñamiento de los dientes
  • Inclinación de los dientes hacia el interior
  • Recesión de encías y problemas periodontales
  • Problemas respiratorios
  • Mala deglución y problemas digestivos
  • Dificultades en la fonación

Gracias a los avances de la odontología pediátrica, cada vez resulta más sencillo tratar este tipo de patologías en niños. No obstante, lo importante no es solo lo que la ciencia médica puede hacer por sus dientes, sino lo que se haga a diario. Adquirir unos buenos hábitos de higiene y alimentación ya desde niños y visitar de forma periódica al dentista son la mejor manera de garantizar el correcto desarrollo de una boca sana.